Cuando Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, puso en la mesa la idea de construir un tren que uniera a los estados de Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo, quienes lo escucharon les pareció un buen proyecto pues impulsaría la economía en una zona rica en recursos naturales, pero muy rezagada en cuanto al nivel económico de la mayoría de sus habitantes.
Sin embargo, cuando el mandatario señaló que debía construirse en tan sólo seis años, las dudas comenzaron a surgir, pues un plan de esas dimensiones requiere de, por lo menos, 15 años entre planeación, ejecución y puesta en marcha.
Como la manifestación de un sueño se convirtió en un mandato, entonces primero se comenzó a construir la obra, luego se fueron realizando los estudios de suelo e impacto ambiental y hasta el final se puso sobre la balanza el costo del proyecto, el cual debido al desorden también se ha elevado significativamente hasta alcanzar un precio que deberá seguirse pagando muchos años después de que la obra se haya puesto en marcha.
Complejidad del terreno
De arranque, el proyecto se licito en siete tramos que fueron asignados a distintas constructoras privadas, pero debido a lo complejo de la obra, sobre todo en el Tramo 5, el cual conecta a Cancún con Tulúm, el trayecto de más de 110 kilómetros de extensión se desvió hacia la selva con posibles afectaciones a futuro, pues las vías del tren pasarán por un suelo de piedra caliza muy frágil que pondrá a prueba su resistencia, pues además debajo existen ríos subterráneos y cavernas.
En este sentido, se debe tomar en cuenta que cada tren pesa más de 200 toneladas y diariamente recorrerá en varias ocasiones el trayecto.
Suspensión de la obra
En su momento, el juez del juzgado primero de Yucatán suspendió las obras del Tramo 5 ante la carencia de una Evaluación de Impacto Ambiental, pero en respuesta el gobierno federal denominó el proyecto obra de seguridad nacional y entonces ya no hubo forma de frenarla.
Impacto ambiental
Durante la presentación del proyecto más ambicioso en materia de comunicaciones de los últimos años, el compromiso era que no se talaría un solo árbol al momento de montar las vías de tránsito del Tren Maya, pero al llegar a los tramos de selva, la promesa se incumplió y además se puso en riesgo a la fauna silvestre que habita en la zona.
Por si esto fuera poco, no hay ningún tipo de estudio que evalúe el impacto que el paso del tren tendrá en los mantos acuíferos que se ubican a pocos metros debajo de las zonas por donde pasará sobre todo en Quintana Roo.
Hallazgos arqueológicos
Las excavaciones llevadas a cabo para abrir caminos en medio de la nada donde posteriormente se montarían durmientes y vías del tren sacaron a flote múltiples hallazgos arqueológicos que demandaban la necesidad de ser estudiados por especialistas de manera detenida.
No obstante, ante la necesidad de construir en poco tiempo esto se pasó por alto y poco se sabrá de los vestigios.
Costo
Al ser un proyecto de estado, durante muchos años se mantendrá en resguardo toda la información relacionada al costo que implicará el Tren Maya, pero debido a que la mayor parte será absorbida por el erario público, la suma será de proporciones descomunales, sin ser oficial se habla hasta $45,000 millones de dólares.
A partir de que el proyecto sea inaugurado en diciembre será cuando comiencen a salir a flote los verdaderos problemas del proyecto estrella del mandatario que encabeza la denominada Cuarta Transformación de México.